Por: Rosa Acevedo
Concejal de Itagüí
15 de agosto de 2020
En días pasados el Ministerio de Justicia presentó los resultados de la Encuesta Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas (ENCSPSA) del perÍodo 2019, este estudio realizado por el DANE en asocio con el Observatorio de Drogas de Colombia (ODC) del Ministerio de Justicia, busca conocer la magnitud del problema del consumo de sustancias legales e ilegales en la población de 12 a 65 años, quienes son los nuevos consumidores, la edad de inicio del consumo y la percepción del riesgo del consumo de estas sustancias.
Hoy en mi columna de opinión quiero hablarles de algunas de estas cifras que resultan preocupantes, la gran problemática del consumo de sustancias psicoactivas en nuestra población juvenil y los desafíos en la lucha contra las drogas a nivel nacional y local abordados desde un enfoque integral.
Según la ENCSPA el 11,7% de los escolares han consumido marihuana alguna vez, así mismo la encuesta descubrió que existen 33 nuevas drogas sintéticas muchas de ellas son vendidas en las inmediaciones de los colegios. También se revela que el 84,4% de los encuestados había probado la marihuana por lo menos una vez en la vida, siendo esta la droga de mayor consumo. Y una cifra bastante dolorosa es que el 12.4 % de los que la probaron lo hicieron por primera vez antes de cumplir 10 años de edad.
Siguiendo con algunos resultados la cocaína es la segunda droga más consumida, y el 69% de los que la consumieron por primera vez afirman ser dependientes, así mismo preocupa que el consumo entre escolares aumentó en el caso de la marihuana un 156%, cocaína 53%, bazuco 44%, éxtasis 112% . Y la edad promedio de inicio de consumo es los 13 años de edad.
Estas cifras dejan un panorama desolador para nuestra sociedad, y es que abordar el problema de las drogas en nuestro país no reviste facilidad alguna. La lucha mundial contra las drogas pone a Colombia en un papel importante, porque somos el productor número uno de cocaína del mundo, y aunque no hemos sido considerados como un país consumidor las cifras vienen mostrando que hemos cedido terreno en ese aspecto. El negocio de las drogas ha enlutado nuestro país, recordemos la dolorosa década de los 90 donde los carteles del narcotráfico de disputaban el control de los territorios y fuimos reconocidos mundialmente en los medios por ocupar el lugar deshonroso de productor de cocaína para el mundo.
Aunque los gobiernos posteriores a esa década han librado una lucha incesante para terminar con el lastre del narcotráfico, los grupos ilegales se han apoderado de vastas zonas de nuestro territorio sembrando muerte y dolor con un negocio que se convierte en el combustible de la violencia en el país. Y es que para el año 2017 el país alcanzó la preocupante cifra de 171.000 hectáreas en todo el país, y según el mas reciente informe del gobierno nacional para el año 2019 se logro una reducción en los cultivos del 9% con 154.000 hectáreas sembradas de hoja de coca en todo el país.
Este panorama desolador a nivel nacional no escapa nuestra realidad local, en el municipio de Itagüí hemos sido testigos de la violencia que han generado los grupos ilegales por el control de la distribución de drogas, y muchos padres de familia ven con preocupación como nuestros niños, niñas y jóvenes pueden conseguir drogas a las afueras de las instituciones educativas.
Quiero entonces plantear algunos aspectos que considero relevantes para afrontar esta problemática, lo primero es que la visión debe ser integral, es decir, estamos frente a un flagelo que está relacionado con la producción, comercialización y consumo de drogas, que a su vez es un problema de seguridad ciudadana por los impactos que tiene en la tasa de delitos pero que también debe ser visto desde la óptica de la salud pública.
Por eso este enfoque mixto desde la seguridad ciudadana, salud pública y capital social plantea grandes retos para nuestro territorio. Cuando hablamos de la seguridad ciudadana nos referimos a que el estado tiene el deber de perseguir y atacar todas las estructuras criminales que se dedican a estas actividades ilícitas, desde la salud pública debemos abordarlo desde el componente de salud mental que permita una atención integral a quienes son consumidores permitiendo un proceso de desintoxicación física articulado al componente psicosocial, y cuando hablamos de capital social nos referimos a un modelo de prevención de consumo que aborde entornos protectores en el núcleo familiar, y un modelo de atención a la población infantil y juvenil que brinde oportunidades de educación, deporte y cultura que les permita formación en valores y una ocupación sana de su tiempo libre y desarrollo de habilidades.
Tenemos que ganarle la lucha a este flagelo de las drogas, es un trabajo en conjunto, como Estado, como sociedad y como familias debemos evitar que muchos de nuestros jóvenes ingresen en el consumo, y para ello es necesario trabajar en la prevención evitando que caigan en el infierno de las drogas , y como concejal del municipio tengo el compromiso de trabajar de manera decidida para que la administración municipal ofrezca unos programas pertinentes a nuestros jóvenes y sus familias.
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